Homenaje

Ayer se fue Mario Rivero, un hombre mitad aire mitad tierra. Cambió de estado y nos dejó sin el gusto de tenerlo cerca. Es uno de los más importantes e influyentes poetas de las últimas generaciones en Colombia. Poeta urbano, constructor de horizontes de ciudad, gente y vida.

Yo lo conocí por sus palabras y, en especial, a través de los eclipses de Catalina, de las imágenes que me trazaba hablando de él, compartiendo las escenas y sus emociones. Aquí dos de sus poemas.

POEMITA

Tuve un pequeño pájaro
que cantaba para mí cada día
cuando el alma se estaba entumeciendo
y descarrió su vuelo.

Tuve una pequeña moneda de oro
hecha en los siglos anteriores
-y sin equivalente-
y la perdí en la arena.

En un lejano viaje
encontré una pequeña rosa -no corriente-
-sin con qué comparar-
pero otro peregrino la quebró de su tallo
y la prendió en su ojal.

¡Ah pequeña rosa
pequeño pájaro
pequeña moneda!

¡Qué fácil para alguien como yo morir!

BALANCE

Es terrible no encontrar a dónde ir.
De las casas unas están destruidas,
sin lecho, a oscuras y con telas de araña,
con lepras en los muros y con espectros tristes.
Otras se alzan tan falsas como un decorado.

Del palacio o la casa. encantada,
la tapicería vemos gastada, anticuada,
no hay belleza en aquél lugar, no hay misterio,
y continuamos nuestro aislado camino,
en el jardín gotea el surtidor del cansancio.

Hay posadas que ya no se abren más, por nosotros,
con las que hemos perdido el contacto,
cuando exentos de excusa, buscamos,
titubeantes como un extranjero,
o aún como mendigos, lejanos, extraños.

Es terrible no saber a dónde ir,
al final del día muerto,
a la hora en que a veces se bebe o se mata.
Encontrar que no hay sendero, no hay camino,
no hay puerta, donde llamar, en la fatua sonrisa del
/triunfo,
o en el pobre final, consumida la Casa del Alma!