
Susana asomada entre el rompecabezas del vidrio; entre los rituales que la salvan de su memoria. Sus ojos eran, en aquellas mañanas despejadas, observatorios amarillos para mirar el universo y el patio y las otras ventanas abiertas y las manos con los trazos de su agonía. Eran observatorios de corto alcance y de lugares comunes.
En esas otras ventanas yacían también observatorios y manos moviéndose como alas rotas. Otras mujeres extrañando las vidas que nunca tuvieron, pero de las que estaban convencidas. Otras mujeres asomadas a los recuerdos y a los inventos. Otras mujeres deambulando como sombras. Susana sabía quienes eran. La estructura de ese universo estaba en su vientre, ansioso y trastornado; en las conversaciones con el aire que silbaba en sus oídos. Conocía las historias porque estaban escondidas debajo de la lengua y entre las sábanas.
El tiempo detrás de la ventana, tres barrotes verticales, cinco horizontales, era una masa sin forma a cuyas agresiones ya se había acostumbrado. Las tardes eran voces que susurraban desde el espejo. En la noche despertaban los dragones que escupían palabras y ya no tenía donde guardarlas. Esperaba y cerraba los ojos, se quedaba en silencio para tratar de evadirlos, pero siempre la encontraban. Se asomaba entonces por la ventana y presentía el movimiento de las ramas y de las raíces. Se mecía con ellas, se alejaba, su cuerpo se hacía polvo y se iba. Cuando el sol se asomaba cerraba la ventana.
A las 8 reiniciaba la observación. A las 10 la primera tableta de teralite. A las 11 el sueño que nunca quería tener (ahí también aparecían los dragones). A las 12 la bandeja con la comida que no probaba. En la tarde los observatorios siempre estaban tristes, atisbando los olores de las otras ventanas, esperando, buscándolo sin remedio, como todos los días. Sus manos volaban para encontrarlo. Detrás de los almendros, en la línea de los horizontes que no se ven, en su aliento sobre el cuello colgado de algún lugar sin nombre.
Susana tenía 22 años, un cuaderno para contar historias y una navaja escondida debajo de la almohada.
28 comentarios:
Lo que has escrito me ha recordado al libro "la campana de cristal" de Sylvia Plath. Cuando lo leí me impresionó mucho saber que los enfermos psiquiátricos son conscientes de su enfermedad y el sufrimiento que ello les acarrea.
Es muy triste tu relato, pero asi es la vida
Un beso
Es bastante triste el escrito, como que la soeldad me golpea en la mente al leerte, y la desesperanza se vuelve la unica compañia...
pero como siempre quedo sorprendida, y con un sobresalto en mi alma.
¿Dale que vos te quedás con una frase mía y yo con una tuya? :)
Yo me llevo ésta:
"En la tarde los observatorios siempre estaban tristes"
Manejás los hilos que me conmueven, tristísimo, pero real y bello.
Besos.
En la vida, ellos guardan sus cuadernos de historias, y nosotros somos una historia en vida, escondemos también la navaja debajo de la almohada.
Hay que desconfiar de la tristeza o tomarnos las tabletas ...
Besos,
Vulcano.
Mas que el texto, esta vez leí la imagen y pude entender muchas cosas...
sin embargo, después de leer tu cuento, no entindo porque crees que no tienes claro tu camino !
Fantástico texto, Jorge...
En el final, dos frases que dicen tanto...
Toda la historia por venir está allí, agazapada debajo de la almohada...
Un abrazo fuerte que vuela hasta la linda Bogotá!!!!
Me gusta mucho ese cuadro de Dalí.
Y el mismísimo miedo le impide usar la daga... la única prisión de la verdadera libertad...
Un abrazo Jorge, que sigas fluyendo
nuevamente leerte me sobrecogió, jorge...excelente!
besos:)
Pobre Susana, esta encarcelada y limitada. Y lo peor observa todo. Desde su carcel, ve la vida pasar, la vida sin tregua y sin posibilidad de vivirla allá afuera. =(
Es muy triste.Espero nunca estar en su lugar.
Un cuaderno donde anotar todo...un diario..
besos
Como a africa, me recordó a los escritos de Sylvia Plath... y a la película Ja Escafandra y la mariposa.
A veces soy un poca Susana.. Mis observatorios aun brillan quizas no tan seguido pero si, lo hacen y eso me contenta.
Las mujeres que extrañan vidas que no tuvieron pero de las que estan convencidas, esa imagen me gustò particularmente. BESO.
Caigo, enredada en tus hilos... Esta realidad no me parece exclusiva de un enfermo psiquiátrico, hasta la sentí mía... alguna vez.
No sé qué mas decir... Quería que supieras que estuve aquí y que me encantó lo que leí.
Te dejo besos, ya sabes de cuales :)
Africa: si, lo peor es cuando somos conscientes.. de todo, por eso vivimos escapando. Un beso.
Soleil: los sobresaltos que tengo cuando lo escribo, cuando pienso en Susana... sola. Un abrazo
Pato: me gusta ese trato de quedarnos cado uno con una frase, podemos repetirlo. Un beso.
Vulcano: es cierto, siempre contamos las historias y siempre escondemos la navaja... por si acaso.
Casandra: y qué encontraste en las imágenes?? Si, el camino está ahí.. yo se. Un beso.
Lena: si, me gusta pensar en que no todo esta escrito... nunca. Te envío el abrazo de vuelta, con algo del frio que hace hoy.
Veronika: esa frase que quedó dando vueltas... y no se detiene. Un abrazo para ti.
Hawwah: si, parece que regresaron. Vamos a ver por cuánto tiempo se quedan. Grcaias por estar pendiente. Un beso.
Alejandra: sseguramente todos somos Susanas en algún momento. Lo que no sirve es quedarnos ahí.
Arkantis:... un diario de la vida... diaria.
Estrella: voy ya mismo a releer algunos textos. La película aún no la veo. Un abrazo.
Verónica: bienvenida. Acababa de escribir que en algun momento pasamos por escenas similares. La tarea es no quedarnos anclados ahí.
Celina: claro que si, por esos bordes andamos algunos... muchas veces. Que bueno que estás aquí. Un beso.
Lo que se cuenta y lo que se intuye ... mmmmm....
la historia... en la línea de los horizontes... debajo de la almohada...
besos
Jorge, este texto es fabuloso. El final abierto me encanta.
Yo confío en que se concentre tanto en el cuaderno, que logre olvidarse de la navaja.
Me encantó, de verdad.
Incluso creo que el final es un microcuento en sí mismo.
"Un cuaderno para contar historias", desenredar las palabras "y una navaja"...me recordo a una amiga tan querida y lejana, ella sabia de su enfermedad, hablaba de ella...yo crei que bromeaba y fingi la misma enfermedad, cuando me di cuenta que ella no bromeaba, era tarde, estaba en un hospital, aislada del mundo "real", pero mas cerca que nunca de esas masas informes que describes y que yo recuerdo desde mis pesadillas infantiles...Ha pasado largo el tiempo.
Es la primera vez que te leo y me gusto, asi que volvere por aqui, igual si gustas visitar mi blog eres bienvenido.
Un saludo grande.
Veo que volvieron las palabras, y escupidas por un dragón, tu has encontrado el lugar donde guardarlas sin dejar de compartirlas
Me encantó el texto, y quiero uno de esos dragones para cuando se esconda mi inspiración tras algún rompecabezas de vidrio, ok? ;)
Saludos!!
Duro y hermoso relato, Jorge
Un saludo desde el sur!
Karina
Creo que en este momento de mi vida se abre una ventana que a veces veo incierta, pero creo que es la misma a la que me apegue cuando tuvimos el taller, aquel taller que algunos no quieren entender. Por esa ventana corren muchos vientos, historias, tristezas y despegos, a veces me da ganas de tirarme a volar y otras siento que una sábana grande y ancha me ata a mi paso, mis recuerdos y mi contexto matriarcal tan fuerte, y a veces en ese huracán me olvido del amor que tengo al lado y el otro que está creciendo en medio de todo ese ruido.
Te quiero mucho y feliz cumpleaños hoy 9 de octubre de 2008
Hola Jorge, gracias a María fernanda pude ver que es tu cumpleaños????? Felicidades amigo, si es así.
Es hermoso lo que has escrito, le puedes poner belleza aún a lo más trsite y desgarrador.
Espero que pases por el laberinto! que tengas buena semana, abrazos
me llego el texto y la imagen ya me dio informacion de lo que le pasaba a esa joven.
Es muy triste, pero debe ser la triste realidad de varias mujeres.
Gracias por pasar en mi flog pasare mas seguido.
Besos.
Alma: que bueno que sigas enredadándote-desenredándote entre las palabras. Un beso.
Arcangel: no lo había pensado así, como un microrelato, pero también me quedé con ese gusto de pensar en las múltiples posibilidades.
Paradoxia: bienvenida. Gracias por compartir esto conmigo. Iré a visitarte y te espero de vuelta.
Dinora: si!! parece que volvieron. Vamos a convocar dragones y palabras para que no se vayan más. Un beso
Karina: ese sur que tanto me gusta... Un saludo para ti.
Mafe: lánzate y vuela... eso es lo quieres hacer, aunque a veces te persigan las sombras. Tú eres la que toma las desiciones. También te quiero mucho.
Paola: los laberintos son mi casa, así que.... si era mi cumpleaños, gracias. Un abrazo.
Floper: y seguiré pasando... Un beso.
Un sin fin de sensaciones encerradas en una habitación..., es lo que me ha parecido encontrar en tu texto... sensible y doloroso...
Me ha gustado... seguiré pasando por aquí a deleitar tus escritos.... hasta pronto.
Beos.
Esos observatorios tristes, esas mujeres conscientes, esas otras acostumbradas. Todas agazapadas a las ventanas, mirando, construyendo un tiempo de rejas infranqueables.
Pensé en mujeres de otra época. En adolescentes transparentes que bordaban junto a madres y tías construyendo un mundo de conjeturas ventanas adentro.
Vino a mi mente un pueblo colonial, lleno de mujeres-mueble que ocupaban un lugar exacto en sus casas, como una cama o una mesa.
Susana percibe su angustia y no creo que le falte valor para usar en algún momento la daga que oculta su almohada.
Excelente texto. Admiré la agudeza que tuviste para indagar en la psicología de tu personaje femenino.
Como siempre, un placer.
La tristeza de Susana penetró en mi alma y en la identificación observadora de la vida. Cuaderno para contar historias y navaja debajo de la almohada es una perfecta mezcla.
Verdaderamente palpe con el alma la profundidad de lo escrito, gracias.
Casiopea
Susana,
Escribe, hasta que no te quede ni una palabra.La navaja, por favor, sólo para afilar los lápices...mejor, pide un boli y tírala lejos, para que la sangre no se escape.
Inuits
Sandra: bienvenida y te espero de regreso. Un abrazo
María Castaña: gracias por tus palabras, por tus evocaciones y por tu compañía. El placer en mio.
Casiopea: esa observación que es permanente, el borde en el que tomamos las desiciones... la vida.
Inuit: tantas veces la escritura nos salva... de las sombras, de los monstruos, de la muerte, de nosotros mismos.
Publicar un comentario