jueves, 28 de febrero de 2008

Es difícil poner en palabras las emociones cuando éstas son intensas y regresan una y otra vez. Tampoco es esa la intención. Sólo pienso en aquellos caminos que se vuelven más oscuros a medida que se avanza, a través de los olores y los presentimientos. Esos caminos que llevan al centro y que parecen no tener salida ni sentido. Esos pasillos que aguardan en silencio, sin respirar. Allí he estado y todavía no estoy de regreso, no por completo.
Mientras tanto las palabras se asoman y se devuelven; se preparan y se arrepienten. Entonces la única opción es mirar al espejo de frente, perder el miedo y saltar.
pd: no estoy muy convencido de lo que escribí. Simplemente quería hablar de mi silencio, que muy despacio empieza a abandonarme.

6 comentarios:

Verónica E. Díaz M. dijo...

Aquì estoy... espero que una sonrisa sea una bienvenida confiable para tus palabras...

Yo tampoco estoy muy convencida de muchas cosas...

Un abrazo

Antonia Romero dijo...

Por desgracia, me temo que ese es un lugar al que los "artistas" regresan asiduamente... Lo importante es acortar la estancia. Y escribir, escribir.

Un saludo

Alejandra dijo...

Perder el miedo y saltar, con eso lo dices todo... no queda de otra para vivir

Jorge Arce dijo...

Veronika: por supuesto que una sonrisa es una buena bienvenida. Muchas gracias y otro abrazo para ti

Antonia: Que bueno que pases por aquí. Ahora estoy acortando de nuevo la distancia

Alejandra: y ya estoy saltando Alejandra. !Un abrazo!

Ana dijo...

Yo pienso que el silencio siempre va cargado de sentido, otra cosa es que nos podamos percatar del mismo. El silencio es un hecho pero lo que hay detrás no siempre se aprecia... también, otras muchas veces, o quizá siempre, es mejor ser dueño del silencio que acabar esclavo de las palabras...

Clarice Baricco dijo...

El silencio te harà volar y tus alas seràn las encargadas de escribir.

Abrazos.