jueves, 13 de diciembre de 2007

Desde hace algunos días Antonio está en la superficie de su memoria, deambula por los hilos delgados que nunca logró cortar. El libro que le prestó Verónica fue una disculpa para justificar su necesidad de recordar. “Razón Céfiro tiene para adorar a Flora; es el más bello objeto del que gozar pudiera, vemos cómo a su brillo los afanes se olvida, como las libertades ante Aquella que adoro. ¿Quién a la Aurora, oyendo los volantes milagros, que he escuchado en el bosque, no se arrebataría? Siento que con las flores mi corazón se expande y aún quiere responderlas mi laúd descuidado…“ La llevó a su casa, le preparó un mocachino no muy caliente y le leyó los 7 sonetos de Antoine Girard antes de quedarse dormido. Después le regaló el libro para que leyera los otros 44; ya sabía de que hablaba cuando en clase analizó el barroco francés y sus piernas temblaban y en sus oídos todavía susurraba y sus manos en mi vientre. “… La hierba al Aire ríe con aire voluptuoso; contemplo en esta orilla tortuosa y feroz la dulce luz del sol que acaricia las ondas. La mañana y la tarde besa el Día a la Noche; todo se abraza y ama, como si sólo el Mundo renazca en Primavera para morir de amores (Ne ranait au Printemps que puor mourir d’ amour)”.

La lluvia se mantiene, oscila entre las luces de otros edificios de 17 pisos, de otro apartamento con un balcón para dos sillas pequeñas y una petunia con poca tierra y mucho frío, de otros amigos esperando para comer en otra mesa en roble o de otra madera, y cerca de la ventana otra Alicia con las gotas de agua caminando despacio sobre sus mejillas recuerda a otro profesor de literatura y hace un esfuerzo, más allá del valor que creía tener, para no derrumbarse en la sala de otra Verónica que se apura en la cocina. Y en ese otro apartamento también deambulan otros personajes con los mismos nombres y con las mismas historias, repitiendo las escenas de vidas cruzadas y de encuentros que nunca por ningún motivo son casuales. En esa otra sala también hay una hamaca que sirve como refugio.

4 comentarios:

Yuria dijo...

Hola Jorge.
Me encanta leerte de nuevo.
Estás narrando muy bien.

Un beso.

Sandra Becerril dijo...

Yo creo que no existen las casualidades... todo pasa por algo...
muy feliz navidad!!! Muchos abrazos.

Verónica E. Díaz M. dijo...

"repitiendo las escenas de vidas cruzadas y de encuentros que nunca por ningún motivo son casuales"

en alguna tecla del inmenso piano cósmico existe una nota que me trajo hasta aquí...

Saludos

Jorge Arce dijo...

Yuria: gracias por seguir aquí

Sandra:para ti también Sandra. Un abrazo

Veronika: pasaré a visitarte...