lunes, 1 de octubre de 2007

La única salida es cruzar la puerta. Afuera seré libre. Necesito respirar. Voy a salir. Sus manos tiemblan, la boca es un lugar árido y pedregoso, la luz un enemigo que se esconde y espera. Esta mañana, mientras ella no lo observaba, tomó las llaves y las guardó bajo la tabla suelta en el piso; sabía que algún día iba a servirle. No fueron en vano las heridas de su pie. Este es el momento. Ya salió, su sombra va detrás. Yo no recuerdo como es la mia, se perdió y no encontró el camino de regreso. Me espera afuera. Me voy.
Nunca hubo espejos, como me gustaría tener uno ahora. Camina despacio, sus ojos siguen cerrados. Me escondo, me encuentran, ya nadie me busca. Su cuerpo no reconoce las instrucciones. Primer paso, segundo, tercero, volver a empezar. Primer paso, segundo. No pisar línea, no repetir número, nunca quedarse quieto, caminar recto y sin distracciones. Si, tengo que salir, ya es hora. La espera terminó. Ella tal vez lo imagine, podría regresar antes. Tal vez no. Otro paso. Caminar despacio para no perderme. Recordar. Respirar. Secar el sudor, saludar al minotauro.La salida está cerca. Cuál de todas. Sus manos rastrean, reconocen los caminos sabios y nuevos. Lanza la piedra, escucha, golpea dos veces antes de caer. Otra vez entre el infierno y el cielo. Otra vez. Necesito avanzar un poco más. Está cerca. Escucho las voces, me siguen buscando, no han perdido la esperanza.
Hace frío. Todavía hace frío y no conozco el sol. Se detiene y piensa. Se confiesa, de rodillas, ante sus antepasados y se reconcilia con ellos. Lo perdonan, él también. En el camino va encontrando la memoria. Recoge los hilos, delgados y ajenos, se mira en ellos y los guarda en el bolsillo. Mejor los dejo. O mejor nacer de nuevo o seguir muerto. Cortar los hilos antes de salir.
Encuentra el espejo y recuerda quién es. Mejor me quedo. Mejor me voy. Regresar para olvidar el camino. Esconder la memoria y entonces perder el rastro. Se detiene de nuevo y vuelve a pensar, todavía sabe cómo hacerlo. Afuera seré libre. El aire, las ganas de volar. Me voy. Sus pies no se mueven más, sus dedos son una masa sin vida. Otra vez ese olor, ya viene, voy a salir, escucho su voz, no tengo tiempo. No lo tengo.

6 comentarios:

Manuel Jontes dijo...

siempre me pregunto por qué escribimos, cuál será la naturaleza de estos Blogs...siempre lo descubro..me ha gustado mucho el relato..saludos

Sandra Becerril dijo...

A veces ni aunque estemos afuera, somos libres....

feliz fin de semana

Anónimo dijo...

envolvente este relato, me encantó, saludos!

Unknown dijo...

Feliz, feliz, feliz día!!!!!!
Pilar

Anónimo dijo...

Jorge... He estado releyéndote permanentemente, sencillamente porque estoy atravesando un momento crucial de mi vida, en el que la bondad y el amor sin condiciones me ha desbordado por las características de mi entrega, he debido callarme para darle lugar a mis propias reflexiones y mis propios temores... Sin embargo, todavía no logro mirarme al espejo.
Te dejo un gran abrazo

Dyonisio2011 dijo...

Profundos comentiarios...hermano...los que volamos lo sabemos. Gracias por existir.